Hace un año, Madina Bibi nos contaba cómo estaba cambiando su vida el Curso de Corte y Confección de Semilla para el Cambio. Ahora, unos meses después de finalizarlo, es una nueva artesana de Semilla en el Taller de Artesanía y nos habla de su vida antes y después de entrar en el Programa de Mujer de la ONG.
La nueva artesana de Semilla, Madina, que tiene 31 años, está casada desde los 14. A los 15, perdió el primer bebé que esperaba y con18 se quedó embarazada nuevamente. Así nació su primera hija. Dos años después, la segunda y poco después, la tercera. Y aunque ya eran familia numerosa, la presión para que tuviera un varón era tan grande que volvió a quedarse embarazada y, “por fin”, con 23 años, tuvo a su primer hijo.
Antes de tener hijos, Madina había trabajado un tiempo empaquetando cigarrillos, cerca de la aldea de la que proviene (en Bengala Occidental). Pero después se trasladó con toda su familia a Varanasi, en busca de un futuro mejor. Y allí conoció a otras mujeres beneficiarias, a María Bodelón y el proyecto de Marina Silk, del que formó parte inicialmente, recibiendo la formación para pintar pañuelos de seda, antes de tener que volver a su aldea durante cuatro años por problemas familiares.
Formándose en Semilla
En 2016 volvió a Varanasi y decidió retomar su formación en el centro de Sigra de Semilla para el Cambio. Primero asistió al Curso de Alfabetización y, posteriormente, con el Curso de Corte y Confección. “Vi en estos talleres una oportunidad para formarme y conseguir un trabajo que me permitiera ganar dinero, ya que venía de pasar una larga enfermedad, en mi etapa en la aldea, que se complicó por la malaria y el dengue, y para cubrir el tratamiento me vi obligada a endeudarme“, cuenta. Con cuatro hijos y viviendo en una chabola de los slums, su familia debía hacer frente a una deuda de doscientas mil rupias (unos 2.500 euros).
Ahora ha logrado su objetivo, se ha integrado en el Taller de artesanía de Semilla, donde tiene un trabajo digno y bien remunerado que le permitirá ahorrar para afrontar esa deuda y para mejorar la calidad de vida de su familia. “Más allá de una oportunidad de obtener ingresos, valoro mucho la formación que he recibido de Semilla para el Cambio, que me hace sentir más independiente día a día —explica—. Semilla ha supuesto un gran cambio tanto para mí como para el resto de mujeres con las que comparto el trabajo. Estoy muy agradecida”.
Y dice, sin dudar, que lo mejor del tiempo que pasa en el centro de Semilla en Sigra es el sentirse en compañía de las otras mujeres. “Este tiempo, trabajando, me hace sentir más relajada y más feliz”.
¡Bienvenida, Madina Bibi!