Las máquinas de coser vuelven a sonar y los pinceles ya han empezado a pintar los pañuelos de seda. Después de un mes de vacaciones, los talleres artesanales de Semilla para el Cambio están de nuevo en funcionamiento. Las artesanas han regresado al centro de Sigra tras pasar unos días en sus aldeas natales, muchas de las cuales se encuentran en Bengala Occidental, con sus familiares y amigos.
Las puertas de Semilla abrieron este mes y la veintena de mujeres han reanudado el trabajo animadas y con mucha energía. “Estoy feliz de haber vuelto y contenta por empezar a coser de nuevo”, dice Reshma, beneficiaria de Artesanía.
Sentadas en el suelo o ante la máquina de coser, se preparan para confeccionar nuevos productos: bolsas, monederos, collares, pulseras… que se enviarán a España en los próximos meses.
“Están impacientes por producir otra vez y contentas de reencontrarse”, dice Deepa Kushawaha, monitora del taller de Artesanía. “No hay duda de que, en los próximos meses, echarán de menos a sus familias de la aldea; pero aun así se sienten motivadas por seguir trabajando aquí un año más”, nos cuenta.
Mientras, en el taller de Marina Silk, las 12 mujeres ya han montado de nuevo los caballetes que sujetan los pañuelos y han preparado las mezclas de colores con los que teñirán las sedas naturales. “Espero que, un año más, los talleres sigan siendo sostenibles y nos permitan trabajar todo el año, para poder ahorrar y volver a la aldea el verano que viene”, dice Pyari.
En estos primeros días de julio, no sólo es momento de reencontrare con el trabajo, sino que también han vuelto las conversaciones, las risas y la alegría. Es el momento de compartir e intercambiar las experiencias y anécdotas del verano entre compañeras y con el personal de la ONG.
“Este mes en la aldea me lo he pasado muy bien. Celebré Eid con mi familia y fue muy divertido”, les cuenta Asha, artesana de Semilla y promotora de Salud, a sus compañeras. Además, dice que ha aprovechado estas semanas para hablar a sus allegados sobre el trabajo que desarrolla en la ONG: “Les expliqué los productos que elaboramos y que asistimos a clases de alfabetización. También les hablé de mi trabajo como promotora” y, orgullosa, prosigue: “Allí [en la aldea] están todos muy orgullosos de lo que hacemos. Les enseñé unas fotos de los talleres y ¡se sorprendieron!”.
Reshma, que ha disfrutado estas vacaciones de sus dos hijos que viven en la aldea y a los que apenas ve durante el año, también habló a sus familiares y vecinos de su trabajo en Semilla. “Están muy orgullosos y me apoyan porque dicen que, en un futuro, podré ser autosuficiente y abrir mi propio negocio”.
Ceremonias, reencuentros, novedades en las familias y vecinos son los temas estrella de estos días. Y mientras charlan, los regalos solidarios empiezan a producirse de nuevo.