Khoteja es una de las artesanas que crean los regalos solidarios de Semilla para el Cambio. Desde niña recogía harapos en la tienda de telas en las que trabajaba su padre. Así conseguía unos escasos ingresos con los contribuir a la también escasa economía familiar. Pero María Bodelón se cruzó en su camino y la convirtió en una de las primeras beneficiarias del Programa de Mujer de la ONG. Ahora cose las telas que antes recogía y tiene un sueldo digno con el que puede mejorar su vida y la de sus tres hijos.
Casada desde los catorce años con un marido que apenas trabaja y que ha tenido problemas de alcoholismo, la vida de Khoteja antes de elaborar regalos solidarios estaba abocada a una dura subsistencia. Pero en una de las visitas que María Bodelón hizo a los slums de Sigra (donde vive con su marido y sus tres hijos), la convenció para unirse a un proyecto que por aquel entonces empezaba: Marina Silk.
Fue, por tanto, una de las primeras mujeres beneficiarias del Programa de Mujer de la ONG. Junto con otras once mujeres, entre ellas su madre, se formó para el pintado de pañuelos de seda y empezó una nueva vida. “Me uní a este proyecto con 19 años —recuerda—; y luego entré en el curso de Alfabetización y en el de Corte y Confección. Tras esto empecé a trabajar también en el Taller de Artesanía”. Ahora es una de las mujeres que se encarga de la costura a máquina, elaborando artículos como las bolsas de tela, los monederos, los llaveros, los elefantes o los coleteros.
“Me encanta coser y disfruto mucho el tiempo que paso en el centro de Semilla—cuenta—. Aquí tengo la oportunidad de conocer a nuevas personas, de compartir mis problemas o simplemente de hablar, eso me hace sentir relajada. Para mí es el mejor momento del día”.
Además, sigue pintando los pañuelos de seda de Marina Silk en las épocas del año en las que los índices humedad lo permiten. Un bonito trabajo de pintado a mano que también le encanta y que realiza con las que fueron sus primeras compañeras de trabajo.